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Política Sectorial

Pulpera en San Rafael: trabajo cooperativo y valor agregado

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Foto: Diario El Sol

|Mendoza|

A finales del 2017, en San Rafael, se terminó la construcción de la primera fábrica pulpera para el procesamiento de fruta gestionada por cooperativas de productores. Fue edificada mediante fondos nacionales y municipales. A dos meses de su inauguración, el establecimiento ya procesó casi dos millones de kilos de durazno.

La industria se encuentra localizada en el Parque Industrial de San Rafael, al sur de la provincia. Busca generar una mayor rentabilidad al sector frutícola a través del valor agregado, transformando la fruta en pulpa no perecedera (con dos años de duración), lista para ser comercializada en el mercado nacional e internacional.

La planta es de propiedad municipal, pero la administración es llevada a cabo por las cooperativas. De esta manera, las ganancias son distribuidas entre los productores que participan de la misma. Son dos las cooperativas que conforman la pulpera: La Línea y Fruderpa. Ambas se hacen cargo de la gestión comercial y administrativa.

Este proyecto es el único de su tipo en la provincia de Mendoza. En sus primeros dos meses de funcionamiento ha recibido consultas de otras provincias para emular el proyecto de gestión mixta, que en este caso se expresa de la mano del gobierno nacional, municipal y las cooperativas involucradas.

“Este es un trabajo que viene gestándose desde hace ocho años. La primera etapa fue la constitución de las cooperativas”, cuenta a Revista InterNos Javier Molina, productor y actual diputado provincial que formó parte de las organizaciones, con las que mantiene contacto actualmente. “La pulpera fue una inversión del Estado, pero la conducción o la administración es de los trabajadores. Ahí radica la gran diferencia”.

Molina resalta dos aspectos fundamentales de este proyecto: la infraestructura y el capital humano. “Veníamos trabajando con cooperativas que ya tenían experiencia en deshidratado, industrialización y comercialización de frutos. En forma paralela se fue avanzando  con la construcción de la pulpera”, afirma.

La inversión inicial la realizó el Estado Nacional. Fueron diez millones de pesos en el año 2013. Con ese dinero se compró una parte de la maquinaria. Luego, con gran esfuerzo, el municipio realizó otra importante inversión para terminar con el edificio y la maquinaria restante.

El intendente Emir Felix había anunciado que "todas las máquinas, hasta el último tornillo, fueron construidas por industrias mendocinas, supervisadas por el Instituto de Tecnología Industrial (INTI)".

Señala que la dimensión de la obra no debería tapar el trabajo de largo aliento que realizó (y realiza actualmente) el municipio. “Creo que el capital más grande que tenemos es haber desarrollado las organizaciones cooperativas, que hoy se encuentran en condiciones de llevar esto adelante”, explica.

Producción

En diciembre del año pasado, la maquinaria comenzó a funcionar. Las primeras frutas trabajadas fueron el damasco y el durazno. Sin embargo, desde el municipio afirmaron que ya llegaron pedidos para membrillos, peras, manzanas y hasta tomates.

La mercadería llega directamente de los productores que integran las cooperativas de trabajo, pero también de algunas industrias que, frente a la mercadería que no puede comercializar, busca vender su excedente a una pulpera.

Estos casos se dan cuando un fruto (por ejemplo, un durazno) es chico o demasiado grande para ser envasado. “Antes se mandaban a pulperas de otra parte de la provincia. En esta oportunidad, se las venden a las cooperativas para procesarlas. Estamos buscando desarrollar negocios en conjunto, porque en esto necesitas volumen de producción”, sostiene Molina.

“En este tiempo hemos llegado a procesar casi dos millones de kilos de durazno. Es una producción importante para una industria que está naciendo. No sé si hay en el país inversiones llevadas adelante por los municipios apoyando al sector productivo. Y que a su vez estén administradas por los productores”, concluye, orgulloso.

No es para menos: maquinaria local, valor agregado y un modelo de trabajo a imitar dentro del sector frutícola. Una experiencia para prestarle atención desde los distintos puntos del país.

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