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Política Sectorial

Todo dólar es político: el impacto de la devaluación en la frutihorticultura

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|Argentina|

El pasado jueves Argentina sufrió una importante corrida bancaria que disparó nuevamente al dólar y profundizó la devaluación del peso. Sólo en el mes de agosto, la moneda estadounidense creció un 35,5% (en el día de hoy cerró a 38,60). Algunos economistas consideran que la devaluación podría llevar a una inflación anual del 40%.

Con el objetivo de seguir reduciendo el déficit fiscal y “calmar a los mercados”, el gobierno informó cambios en el gabinete y redujo a la mitad la cantidad de ministerios. En las últimas horas, se oficializó que Agroindustria a partir de ahora tendrá rango de Secretaría y actuará bajo la órbita del Ministerio de Trabajo y Producción conducido por Dante Sica. Si bien se rumoreaba que Luis Miguel Etchevehere no iba a aceptar estas condiciones, finalmente se confirmó que el ex presidente de la Sociedad Rural seguirá al mando del área, ahora como Secretario.

Otro anuncio importante en este sentido fue la vuelta de las retenciones, donde el sector agroexportador primario tributará 4 pesos por dólar exportado y el resto de las exportaciones 3 pesos por dólar. Sin embargo, todo lo que hace Mauricio Macri para generar confianza en el mercado financiero parece no alcanzar. El dólar mantiene su valor e incluso incrementa en algunos centavos.

Hace algunas semanas Revista InterNos publicó un artículo sobre la mirada que productores y operadores de mercado tenían sobre la subida del dólar, que en aquel momento oscilaba entre los 27 y 28 pesos. Ante la última corrida bancaria, volvimos a consultar a algunos protagonistas del sector frutihortícola sobre este factor influyente.

Producir alimento, una actividad que no especula con el dólar

“El aumento del dólar repercute cien por ciento en el aumento de los costos de producción. Todos los insumos que compramos son importados. Semillas, fertilizantes, agroquímicos”, dijo Agustín Suárez, integrante de la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT), quien agregó que la situación es “extremadamente crítica” para un sector que compra insumos en dólares pero vende en pesos.

El dólar dispara también los precios del alquiler de la tierra que en los últimos dos años creció un 150%, según informó el vocero de UTT. “La volatilidad del dólar genera mucha incertidumbre. Hace que no podamos armar números en costos, no sabemos incluso si nos van a vender los productos. Y uno necesita insumos semanas tras semanas”, detalló.

En el mismo sentido se expresó Eduardo Garcés, presidente de la Federación de Viñateros y Productores Agropecuarios de San Juan. Para Garcés, “el precio es genial para exportar” pero al no haber un control estricto de precios lo único que genera es  inflación. “Y termina siendo peor que antes, porque la mayoría de los productores vendieron sus uvas en pesos y en cuotas hasta diciembre. Nos termina perjudicando”, expresó.

Medina teme que se reduzcan las ventas en Mercofrut

Juan Carlos Medina, presidente de Mercofrut (Tucumán), considera que la suba del dólar ha generado “un impacto social, una especie de psicosis” ya que muchos comerciantes de la zona han remarcado precios en los últimos días. En Mercofrut esto no sucedió, asegura, pero teme que esta situación repercuta en el consumo. “Si se bajan las ventas así de golpe se genera una recesión, el puestero se empieza a atrasar con el pago de sus obligaciones y nosotros podemos incumplir con los sueldos de la gente que trabaja acá. Esto es lo que nos preocupa”.

Quien sí ve positivo este crecimiento del tipo de cambio es el sector exportador. Jorge Pazos, de Tropical Argentina, cree que siempre es una buena noticia que nuestro país sea competitivo frente a los mercados del mundo, pero sabe que en Argentina un dólar alto repercute también en otros factores que influyen indirectamente en la comercialización.

“La devaluación no es directamente trasladable a los beneficios de la empresa. Si se devalúa un 100%, nosotros no tenemos una rentabilidad directa en esos números. Porque buena parte del desarrollo de la producción está vinculado a insumos y servicios, variables atadas al dólar”, explica Pazos.

En este sentido, advierte que junto a la devaluación hubo un “cambio en las reglas de juego”, ya que recientemente el gobierno nacional redujo a la mitad los reintegros a la exportación que pagaba a las empresas, donde muchas hacían la diferencia.

El incremento de los costos en todas las actividades productivas nacionales, y por ende el encarecimiento de los productos, golpea el bolsillo de los consumidores. Y esto también es un problema a la hora de vender: un mercado interno de poco poder adquisitivo no es una buena noticia para nadie.

La banana Tropical, caballito de batalla de la empresa

“Necesitamos que se mejoren las condiciones macroeconómicas para seguir sosteniendo el mercado interno, que en buena medida es el motor de la economía del país y de nuestra empresa”, dice Pazos sobre Tropical, que comercializa el 85% de sus productos en Argentina.

Cabe destacar que Tropical Argentina es una empresa que compra mercadería de otros países como Ecuador y Bolivia a precio dólar, con contratos firmados al comienzo de la temporada. Una devaluación como ésta encarece los contratos, que deben respetarse a riesgo de romper vínculos comerciales.  Según Pazos, deben “restringirse los márgenes de beneficio” con el objetivo de seguir trabajando.

En su último discurso el presidente Macri dijo que reforzará el programa El Mercado en tu Barrio porque posibilita la comercialización sin intermediarios. Estas declaraciones no hacen más que visualizar la falta de proyección existente sobre el sector frutihortícola, que no necesita “sacarse de encima” al intermediario sino fomentar su integración a la cadena para garantizar alimentos seguros e inocuos.

Hacer competitivas a las economías regionales y a los cinturones hortícolas sin perjudicar al bolsillo de los consumidores requiere una visión más compleja por parte del gobierno nacional. Se necesitan políticas concretas a mediano y largo plazo para dejar de considerar al tipo de cambio como una solución rápida en busca de competitividad. El mercado financiero desregulado, se sabe, no tiene a la actividad productiva como prioridad. El Estado sí debería tenerla.

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