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Algo más que una hortaliza: la papa como alimento funcional

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|Argentina|

El Congreso Argentino de Horticultura (ASAHO) contó con una Jornada de Papa en la que se discutió sobre el aporte nutricional de esta hortaliza en la dieta de los argentinos y su valor como alimento funcional para prevenir enfermedades complejas.

Un alimento funcional es aquel que, además de reunir los nutrientes esenciales para el cuerpo humano, aporta otros compuestos bioactivos que actúan en beneficio de la salud a mediano y largo plazo. Estos son conocidos también como “alimentos nutracéuticos”, término que proviene de la conjunción de palabras entre “nutrición” y “farmacéutico”.

La característica que permite incluir a la papa dentro de los alimentos funcionales es su contenido de los denominados compuestos antioxidantes, entre los que se destacan los polifenoles.

Estos compuestos están presentes en muchos otros alimentos de origen vegetal como el brócoli, la espinaca o los frutos rojos, por poner sólo algunos ejemplos. En la papa, la presencia de polifenoles puede ser entre 1 a 5 veces menor; sin embargo, debido a su elevado y sostenido consumo este tubérculo realiza el mayor aporte en la dieta de los argentinos.

Una gran parte de los hogares tiene una ingesta casi diaria de esta hortaliza producida mayormente en Córdoba, Tucumán y el sur de Buenos Aires. Muchos de los platos más populares de nuestra cultura la incluyen. En Argentina el consumo promedio es de 55 kilogramos de papa per cápita al año, según señalan datos de CREA.

Andreu junto a su equipo de investigación

Revista InterNos conversó con la Dra. Adriana Andreu, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata del CONICET, quien junto a su equipo trabaja desde 2005 en el estudio de la papa como agente terapéutico en sus variedades tuberosum y andígena.

Para Andreu es fundamental revalorizar a la papa como un alimento de grandes aportes nutricionales (alto contenido de carbohidratos, vitaminas, minerales, fibras, proteínas) y potenciales beneficios en la prevención de enfermedades complejas gracias a los mencionados compuestos antioxidantes que posee.

Los antioxidantes previenen o demoran el daño molecular producido por los radicales libres, que son especies reactivas de oxígeno, factor común en el desarrollo de enfermedades crónicas como neurodegenerativas y cáncer. El cuerpo humano produce estos radicales libres propios del metabolismo celular por diferentes factores externos (uno de ellos, el estrés) los cuales pueden ser “desactivados” mediante antioxidantes propios del organismo o ingeridos mediante alimentos. De esta manera es posible evitar un desequilibrio metabólico que lleve a una posterior a enfermedad.

“Se dice que estos compuestos son quimio-preventivos porque actúan inhibiendo el inicio o regulan, demorando, el desarrollo de las enfermedades. Gran parte de éstas tienen su raíz en la oxidación molecular, que produce mutaciones y todo lo que conlleva al desarrollo de las enfermedades como desórdenes neurogenerativos, cánceres, diabetes o colesterol”, explica la investigadora.

Córdoba, Tucumán y Buenos Aires son los grandes productores de papa del país

Para Andreu en la actualidad existe una mirada reduccionista sobre los aportes nutracéuticos que la papa puede aportar a la salud pública. “Los compuestos bioactivos tienen una actividad citotóxica que evita la proliferación de células malignas, lo que podría disminuir la gravedad de las enfermedades”, explica. Sin embargo, agrega: “Es importante entender que no es un medicamento que cura el cáncer. Pero sí sabemos que estos compuestos pueden ser muy beneficiosos”. La investigadora sugiere la ingesta de raciones equivalentes a una papa mediana por día.

Además de revalorizar a la papa como alimento saludable, los resultados de la investigación realizada por el equipo de Andreu sugieren, entre otros puntos, el consumo de la hortaliza conservando la piel, ya que los niveles de los polifenoles saludables son mayores allí respecto de la pulpa. Asimismo, se afirma que los niveles de estos compuestos suelen ser mayores en las variedades de pulpa y piel coloreada respecto de las variedades blancas o amarillentas, más tradicionales en el mercado argentino.

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