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Comercialización

Chubut: Un mercado que busca crecer por su ubicación estratégica

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Al igual que muchos otros mercados de abasto en nuestro país, el Mercado Concentrador de Chubut nació motivado por el valor estratégico de su ubicación geográfica. Situado en el Parque Industrial de Trelew, a la vera de la ruta 25 y a unos 4 kilómetros del centro de la ciudad, el edificio fue inaugurado por el ex gobernador Mario Das Neves en abril de 2017 para concentrar la oferta frutihortícola y abastecer al Valle Inferior del Río Chubut (VIRCH) y la Península Valdés. La obra se realizó con un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y tuvo un valor total de 13 millones de dólares.

Cada día asisten a este joven mercado, en promedio, unos 260 compradores de las ciudades más pobladas de la provincia como Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Rawson y el propio Trelew; pero también de localidades santacruceñas como Caleta Olivia, Los Antiguos o Pico Truncado. Incluso llegan desde la zona cordillerana o el sur de Chile. Para estas ciudades, el mayorista está ubicado “a mitad de camino” del otro punto comercial más cercano, que es Bahía Blanca. Eso hace que comprar allí reduzca los costos por fletes y las opciones para los supermercadistas y verduleros de la región sur se amplíen. Aunque su operatoria es de lunes a sábados (de 07:00 a 12:00 horas) la administración decidió colocar un horario especial los domingos para los compradores que van desde el norte y centro hacia el sur del país, permitiéndoles abastecerse con verdura fresca en el comienzo de la semana. Mensualmente, ingresan a este mercado en promedio 63 camiones con 25.000 kilogramos de mercadería cada uno. Se estima que su área de influencia ronda las 400.000 personas.

En verde, la principal zona de influencia comercial del Mercado Concentrador de Chubut.

Desde un comienzo fue imaginado y concebido como mercado de abasto, lo que se deja ver en su diseño y funcionalidad. Es un predio con buena accesibilidad por su rápida comunicación con el casco urbano y por los accesos secundarios de ripio que lo bordean. En un terreno de seis hectáreas dispone de una nave única de 5048 m2 que posee 36 puestos de venta, de los cuales 12 son dobles (8x10 m) y 24 simples (4x10 m). Además, cuenta con una playa libre de 30 espacios para productores locales, ocupados principalmente por la comunidad boliviana que comercializa allí mercadería fresca de temporada cosechada en la región. Estos espacios se encuentran en el centro de la nave techada, sin más divisiones que el señalizado del piso que los delimita. Allí pueden descargar y vender sus productos en forma diaria sin asumir compromisos contractuales a largo plazo.

En el resto de su infraestructura el Mercado cuenta con un espacio de oficinas de 660 m2 donde se encuentran las salas administrativas, de reuniones y un laboratorio propio donde Senasa analiza las muestras que se toman de los puestos. Además, posee un depósito y un área de servicios donde funciona una planta de lavado y empaque. La inversión de esta última nació por la demanda de los operadores, quienes actualmente pueden utilizarla mediante un contrato consignado: el Mercado “alquila” el galpón y los operadores colocan allí las máquinas necesarias para trabajar.

Dependiente de la Corporación de Fomento del Chubut (CORFO) -ente autárquico encargado de ejercer políticas agropecuarias en la provincia- este mercado nació con el objetivo de “aumentar la productividad y los volúmenes comercializados de los productos frutihortícolas” mediante la “modernización del sistema de mercadeo mayorista y logístico (…) con infraestructura, servicios y equipamiento para una mayor transparencia de las transacciones y la provisión de alimentos seguros”, según explica el proyecto inicial del año 2011, desarrollado por el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (PROSAP). Su construcción respondió inicialmente a la ausencia de un sistema formal y organizado “de abasto”; el grueso de la mercadería se vendía directamente desde las chacras, lo que dificultaba su seguimiento y fiscalización. La formalización de estas operaciones requirió además mayores controles sanitarios sobre la verdura para evitar la presencia de contaminaciones químicas, biológicas o físicas.

Los primeros meses de venta no fueron los esperados y a mediados del 2018 las autoridades del Mercado Concentrador buscaron implementar en la legislatura provincial una “Ley de Abasto” con el objetivo de ordenar y regular la comercialización de los productos frutihortícolas que ingresaban a Chubut. Es que, a pesar de ser un punto estratégico para la compra y venta de mercadería, los operadores aseguraban que la demanda era insuficiente y que, en muchos casos, los intercambios quedaban reducidos a los minoristas de localidades aledañas.

Con esta ley se buscó promover acuerdos con los grandes municipios de la provincia y la región para aumentar los volúmenes comercializados y al mismo tiempo centralizar el control sanitario de los productos, reduciendo la influencia de los puestos de venta minorista ubicados las chacras. A la fecha dicho proyecto todavía se encuentra en tratativas, pero las ventas fueron acomodándose por sí solas. “El Mercado va funcionando, aunque todavía falta diversidad de frutas. Hoy el fuerte es la verdura de la zona”, cuenta a InterNos Oscar García, un productor y operador del mercado que trabaja 140 hectáreas de hortalizas en el VIRCH, cuyos artículos distribuye a todas las sucursales del supermercado La Anónima en la región patagónica.

La planta de lavado, inaugurada en 2019 para los productores hortícolas regionales y extra regionales.

Aunque hubo mucha expectativa por su inauguración, durante los primeros meses la entidad funcionó con la mitad de su capacidad operativa. Existía cierta resistencia entre los históricos acopiadores/mayoristas que tenían sus galpones en el centro de la ciudad y se negaban a reubicarse. Sin embargo, con el tiempo muchos de ellos se mudaron hacia la periferia (sin abandonar sus negocios céntricos) trasladando consigo gran parte de la oferta local. En paralelo creció el interés de productores regionales por comercializar allí sus huevos, dulces o conservas. A comienzos de 2019 los 36 puestos del mercado ya estaban cubiertos: la producción local, tanto de alimentos frescos como elaborados, encontró aquí un espacio útil para capturar la demanda antes dispersa.

“El fuerte del mercado es la verdura de la zona”, Oscar García, productor y operador

“Este año se duplicó la cantidad de compradores y de mercadería ingresada”, dice Gustavo Saraví, subgerente del mayorista. Y nos cuenta que ante la demanda de nuevos espacios, la administración decidió quitar algunas playas libres no utilizadas (pasaron de 50 a las 30 disponibles actualmente) para la colocación de tres nuevos puestos fijos. “Nos interesa que se incorporen producciones regionales de todo tipo, no solo de frutas y verduras. Buscamos el equilibro. Eso sí: siempre se trata de beneficiar al productor local, de darle prioridad”, expresó.

En este mercado, casi la mitad de los puestos fijos están ocupados por productores locales de hortalizas que garantizan una oferta constante de productos frescos desde sus quintas y la complementan con mercadería de otras provincias o del exterior, como cítricos del NEA, batata bonaerense, bananas ecuatorianas o peras y manzanas de Río Negro y Neuquén. La otra mitad, calcula Saraví, es ocupada por extra-provinciales, algunos productores y otros “operadores netos”, es decir, aquellos que compran la mercadería en zonas de producción para revenderla en sus puestos. Asimismo, en las playas libres se encuentran mayoritariamente artículos de hoja y hortalizas pesadas, aunque también producciones regionales como mieles, productos avícolas, frutos secos o cerezas.

Juan Davies, operador del concentrador, da cuenta de la manera en que muchos eligen trabajar: “Nuestro puesto representa la comercialización de la zona porque vendemos la mercadería que se produce en nuestro valle. Como todo el mundo, fuimos trayendo distintos productos para ver qué era lo que nos hacía más fuertes y descubrimos que los frutos rojos se venden muy bien, entonces estuvimos potenciándolos”, explicó a InterNos.

Además de la verdura local, se comercializan productos regionales en las playas libres

“Siempre se trata de beneficiar al productor local, de darle prioridad”, dice el subgerente del mercado, Gustavo Saraví

Con una pata fuerte en el abastecimiento local, el éxito de este Mercado en los próximos años dependerá de un sistema productivo fortalecido, con un alto nivel de cumplimiento en la aplicación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) a través del asesoramiento técnico, la aplicación de tecnologías (riego por goteo, mulching plástico, invernadero) y el mejoramiento del manejo pos cosecha, entre otras cosas. Concentrar la oferta productiva le permitirá, además, reducir los niveles de mercadería no fiscalizada que se compra directamente desde las fincas, donde no existe estandarización ni clasificación de la misma y la logística es inapropiada.

Revalorizar a los productores de la provincia y ser un punto estratégico en la comercialización son los grandes objetivos del Mercado Concentrador de Chubut. Parecen cumplirse, aunque a paso lento. Todavía está lejos de ocupar la centralidad en la demanda que los funcionarios imaginaron cuando proyectaron su construcción. No obstante, tiene con qué crecer: infraestructura, una ubicación estratégica y el sustento de un gobierno provincial que confía y apuesta a su desarrollo aún en un contexto de recesión macroeconómica y caída generalizada de las ventas.

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