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Producción

Cristian Klingbeil: "El dólar exportación está muy pisoteado y suma complejidad a la situación climática"

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Foto: Revista Códigos

|Argentina|

Cristian Klingbeil, productor yerbatero y presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (Apam), conversó con Revista InterNos sobre la actualidad del sector. La ola de calor, los problemas con el dólar, el consumo interno y la exportación: un diagnóstico completo sobre la producción de té y yerba mate en la provincia.

Venimos de unos meses con sequía extrema en gran parte del país y Misiones no fue la excepción. ¿Cómo afectó las plantaciones?

En las plantaciones perennes como son la yerba o el té, vemos muchas plantas secas. Pero no sabemos si están muertas. Por fuera están “fritas”, las hojas crocantes. Nada de humedad en el tallo. Pero sí tenemos la esperanza de que, si vuelve a llover, las plantas se recuperen desde abajo. Que vuelvan a brotar. En ese caso, perderíamos producción por dos años pero no perderíamos la planta. Si conservas la estructura radicular, conservas a la planta productiva. En el té, por ejemplo, tenemos un 40% de pérdidas. Ahora depende de las lluvias: si no llegan, serán más importantes. En la yerba lo sabremos una vez iniciada la época de cosecha gruesa, a partir de marzo. Empezaremos a ver cuáles son los rendimientos y conoceremos el porcentaje de pérdidas. Si no vienen lluvias el número puede estar arriba del 70%.

¿Y la cosecha del verano en la yerba? ¿Ya hubo algunos indicios de pérdidas?

Fue mucho menor a lo que normalmente se viene levantando. No hay porcentajes oficiales, pero se habrá cosechado el 50% de lo normal. De cualquier manera, el volumen en verano no es muy importante. Pero por consecuencia de la sequía, hay productores que directamente no han cosechado. Al estar marchita la planta, muchos no querían tocarla por miedo a perjudicarla aún más. Ahora la esperanza está puesta en la cosecha de invierno. Es toda una incógnita.

A partir de este 2022 entró en vigencia la Resolución que tiene por objetivo regular las plantaciones de yerba mate. Es decir, limitar la implantación de nuevas hectáreas (cinco por año). ¿Acompañaron esta decisión?

Nosotros veníamos pidiendo desde hace tiempo una política regulatoria en defensa de los pequeños productores. En los últimos años, la yerba tuvo un boom de precios, con buenos rendimientos. Surgían nuevos mercados, se creía que la exportación podía tener un crecimiento enorme porque…estaba el Papa Francisco tomando mates, estaba Messi, estaban Suárez y Cavani. Muchas figuras reconocidas mundialmente. Se creía que podía incrementar la exportación, parecía que era él negocio. Y entonces aparecían inversores que no tenían nada que ver ni con la provincia de Misiones, ni con Corrientes y que además no sabían nada de las plantaciones de yerba. Y de golpe te enterabas que venían a plantar 500, 1000, 10.000 hectáreas. Buscaban hacer volúmen. Y nuestro miedo era que esas inversiones desplacen a los pequeños productores y la producción se concentre en manos de cuatro o cinco tipos. Sino, los que estuvimos en las malas, íbamos a quedar afuera de las buenas. Lo pedíamos como un cuidado y un respeto a los que siempre estuvimos. Y también, por supuesto, para cuidar el precio. Acá también hay oferta y demanda. Quizás a las grandes plantaciones les resultara rentable porque, aunque el precio caiga, pueden sacar su producción y hacer negocios. Pero a un pequeño productor esa situación no le permitiría competir.

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En noviembre del año pasado, el Ministerio de Agricultura estableció un precio de 36 pesos para el kilo de yerba mate puesta en secadero para esta temporada. La intervención destrabó las negociaciones entre industriales y productores del sector, que no lograban ponerse de acuerdo. ¿Cómo analizan esas negociaciones y el valor final acordado?

La zafra terminó a fines de septiembre de 2021 y en algunas zonas se terminó pagando al productor hasta 53 pesos de hoja verde puesta en secadero. Nosotros juntamos la documentación de la facturación y peleamos para que se reconozca ese valor, que se oficialice como piso. Lamentablemente no se logró ni en el Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM) ni en el laudo a nivel nacional. Nación entendía que, si accedía a ese precio, se corría el riesgo de que suba mucho la yerba en góndola. Pero eso no es así.

¿Y por qué ustedes buscan ese reconocimiento oficial, si al fin y al cabo reciben un precio por encima del valor fijado en el laudo?

Es que nosotros teníamos una realidad hasta fines de octubre y tenemos otra realidad hoy, a fines de enero. Las consecuencias climáticas juegan su partido. Nuestro temor más grande era que, si todo se encaminaba hacia una superproducción de yerba, afecte el precio. Veníamos con una gran cantidad de nuevas hectáreas implantadas, buenas condiciones productivas y climáticas. 2021 fue un año de gran brotación. Y cuando empieza a sobrar producción, cae el precio. Por eso nosotros necesitábamos que el laudo nacional respalde el precio que recibían los productores, que era cercano a los 50 pesos, para que la rentabilidad esté protegida. Sino, los molinos pueden pasar a pagar 35 o 36 pesos, dentro de la ley, pero con un impacto tremendo para los pequeños agricultores. Por eso la perspectiva climática es importante. Este año, con la sequía que hubo, es probable que se mantenga ese precio e incluso mejore. Pero es por la falta de lluvias, no por una cuestión de voluntad de la industria.

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Hace unos meses conversamos por la situación del té y dijiste que “los precios subían por escalera y los costos, por ascensor”. ¿Hubo mejoras al respecto? ¿Conversaciones con dirigentes provinciales o nacionales para rever este punto?

No. Seguimos teniendo un gran problema con el dólar. Nosotros producimos con aumentos en el frente marítimo, los impuestos, los insumos. La urea, por darte un ejemplo, se fue dos o tres veces por encima de su valor. Y el dólar exportación está muy pisoteado; hay una brecha, un desfase demasiado grande entre ambos, que agrega complejidad a la situación climática general. En el té exportamos arriba del 95% de lo que producimos. Dependemos netamente del dólar y este desmanejo nos pone en jaque. Ahora vamos a seguir porque en invierno ya acondicionamos las plantaciones. Pero si las cosas no cambian, será difícil. Quizás sigamos, pero sin los manejos adecuados a las plantaciones. Y eso significa caída de rendimientos por hectárea, caída de la calidad. Es un retroceso en muchos sentidos.

El número de consumo interno es bajísimo. ¿Impulsar el mercado nacional es una alternativa viable para los productores?

Sí, a nosotros nos daría una gran mano porque tendría un mejor valor que la exportación a granel como la estamos haciendo actualmente. Acá tenemos la cultura de tomar té mayormente cuando estamos enfermos. Con la medicación, para curar una tos…y en realidad el té es una bebida muy versátil. Por ejemplo, Estados Unidos ha trabajado mucho en la promoción del té helado para bajar los índices en el consumo de bebidas azucaradas. Y acá tenemos un altísimo número de consumo de gaseosas per cápita.

Qué llega antes, ¿la mejora ambiental o los cambios desde el gobierno?

Por ahora tenemos más esperanzas en la lluvia ja ja. El gobierno nacional no está entendiendo lo que cuesta producir. No tienen idea de lo que es cobrar lo que ellos dicen que tenemos que cobrar y pagar lo que ellos dicen que tenemos que pagar. No tienen noción. Pero bueno, en esa pelea estamos. Intentamos seguir laburando.

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