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Pablo Blanco: “El productor es uno de los actores que más arriesga y más invierte en la cadena”

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|Corrientes|

El Seminario Frutihortícola Nacional realizado en la ciudad de Córdoba reunió a diversos actores de la cadena productiva y comercial frutihortícola a discutir la coyuntura de cara a un nuevo año de trabajo. Pablo Blanco, titular de la Asociación de Productores Hortícolas Río Santa Lucía, participó del encuentro en representación de la zona productiva de tomates y pimientos bajo invernadero más importante del país, que contiene a más de 800 pequeños y medianos horticultores.

En los últimos años un comentario se fue generalizando en el sector frutihortícola: los altos costos de producción y un mercado interno dejaron a las Economías Regionales en una situación delicada. Blanco no ahorra críticas a lo sucedido durante la saliente gestión nacional: “Venimos de tres o cuatro años malísimos como sector. Las devaluaciones nos han complicado seguir produciendo. Los insumos son en dólares, nuestro mercado es en pesos. Es muy difícil tener todos los insumos para lograr una producción acorde a lo que se demanda”, explica.

Este reclamo, aunque repetido una y otra vez por los productores de cultivos intensivos, no logró hacer mella durante el gobierno de Cambiemos, según Blanco. “Tuvimos muchas reuniones con el gobierno anterior y en un momento las devoluciones eran del tipo: ‘si no les dan los números, dejen de hacerlo’. Pero no pasa por ahí, un productor tiene a cargo la economía de toda una familia”, cuenta el dirigente.

Mirá la nota completa:

Las expectativas ante el cambio de gestión están latentes, pero los avances han sido por ahora escasos. El gobierno tiene el foco puesto en la Emergencia Alimentaria y las discusiones en torno a los pormenores de la actividad productiva (sanidad, logística, registración, insumos) todavía no fueron puestas sobre la mesa. “Se le presentaron estos temas a Basterra. Esperamos que en los próximos días se haga eco de las necesidades de los productores, porque sino van a quedar afuera del sistema”, comenta Blanco.

Por el contrario, sí se espera que la inyección de dinero al mercado interno (por ejemplo, a través de la Tarjeta Alimentar) redunde en un incremento de la demanda que proyecte mejores precios y reactive el circuito de consumo de frutas y verduras.

Distorsión de precios y acceso al crédito

Consultado por Revista InterNos, Blanco explica que otro de los puntos críticos de la actividad es la distorsión de precios existente entre lo que el productor recibe en quinta y lo que se paga por la hortaliza en góndola. “El productor es uno de los actores que más arriesga y más invierte en la cadena. Pero cuando uno ve la rentabilidad de la comercialización hay un solo beneficiario importante, que es quien lo vende al consumidor final”, argumenta.

Para el dirigente, este problema en la cadena de comercialización es “una materia pendiente del Estado” al cual le solicita regular la renta de estos actores (principalmente cadenas de supermercados) para que los consumidores puedan adquirir verduras a precios razonables y los productores obtener una ganancia acorde a lo que cuesta realmente la mercadería.

Para ponerlo en números, Blanco explica que hoy un cajón de tomate (18 kg) se vende en la quinta aproximadamente a cien pesos; a eso se le debe sumar un 20% o 30% de recargo por la comisión del operador que lo recibe y distribuye en el mercado de abasto. Luego, ese mismo cajón es comercializado en verdulerías o supermercados ya no al por mayor, sino por kilo. "En la cadena de supermercados vemos aumentos de hasta 300% en el precio por kilo. Son los que distorsionan el precio y no hay ningún tipo de control", afirma. En dichas cadenas actualmente el precio del kilogramo de tomate varía entre los 50 y los 80 pesos.

Y agrega: "Lo que hacen las verdulerías es fijarse si el kilo de tomate está cincuenta pesos en el supermercado, lo ponen a cuarenta. Pero de cualquier manera sigue habiendo una gran distorsión".

Por otro lado, y respecto al ámbito productivo, Blanco menciona las actuales dificultades del acceso al crédito, donde las tasas disponibles tienen como mínimo intereses anuales del 30%, inalcanzables para el productor. En ese sentido, solicita considerar la opción de tasas blandas para no recurrir a endeudamientos privados que terminen por expulsar definitivamente a los horticultores de la actividad.

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