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Agroecología

Proyecto Cultiva, una red campesina para potenciar la agroecología en Chaco

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Foto: Liga de Trabajadores Rurales.

|Chaco|

Por Mariángeles Guerrero para Agencia Tierra Viva.

Se presentó Proyecto Cultiva, una iniciativa que se propone articular diversas experiencias agroecológicas de Chaco, puntualmente en las localidades de Puerto Tirol, Ciervo Petiso, La Leonesa y la zona rural de San Martín. El lanzamiento fue el viernes 22 de abril. Jorge Frías es propietario de la granja "La tierra sin mal" y referente en Puerto Tirol del proyecto. "Nos proponemos hilvanar las experiencias existentes de producción primaria de verduras, producción de semillas nativas y bioinsumos, y el armado de una red de consumidores en clave de una economía justa", describe. La propuesta nace de la Liga de Trabajadorxs Rurales de Chaco. La intención —indica Frías— es potenciarse "en términos productivos, organizativos y políticos".

El proyecto es impulsado y sostenido por 150 familias organizadas, que se encuentran a menos de cien kilómetros unas de otras. Mientras que Puerto Tirol se emplaza en la zona rural de Resistencia, La Leonesa se ubica a unos 75 kilómetros hacia el noroeste. Ciervo Petiso y San Martín distan 120 kilómetros de la capital, camino hacia el norte. En esta amplia geografía se vio la necesidad de unirse para afrontar las dificultades. Frías pone un ejemplo: "En Puerto Tirol necesitamos levantar mucho la escala de producción en volumen y Ciervo Petiso tiene mucho volumen, ya excedió el abastecimiento local. Entonces tiene mucha verdura parada o que se echa a perder porque no tienen dónde ubicarla, no cuentan con la infraestructura para transportar los alimentos".

Entre los objetivos de Proyecto Cultiva está la incidencia a nivel político para que el Estado chaqueño genere las políticas públicas que el sector necesita. Además, sostienen una red de comercialización justa que busca fomentar la producción local de alimentos sanos, con un sistema de compra futura de verduras. También promueven una escuela de educación popular agroecológica para generar colectivamente saberes técnicos y prácticos, que colaboren con ampliar la producción, replicar experiencias de fábricas de bioinsumos y de recuperación de semillas nativas.

Foto: Liga de Trabajadores Rurales.

Potenciarse en términos políticos

Jorge Frías explica que el objetivo político de Proyecto Cultiva es poder empezar a discutir con el Poder Ejecutivo y Legislativo provincial políticas públicas para desarrollar el sector y sostenerlo en clave agroecológica. Las distintas experiencias que componen el proyecto no solamente trabajan la agroecología en su dimensión técnico productiva sino también en una dimensión social, a través de la cooperativización de la producción y de sus ganancias. "Venimos ampliando hectáreas de cultivo socializando la producción. Pero se necesita inversión, infraestructura y legislación que fomente la circulación y acceso a los mercados", sostiene el productor de Puerto Tirol.

La producción hortícola en Chaco está en manos de pequeños productores, de los pocos que existen aún en la provincia. "La actividad viene en franca decadencia", reconoce Frías. Esto es así porque las familias que cultivan están cada vez más empobrecidas y cada vez más envejecidas, con lo cual la fuerza de trabajo disminuye. "No hay un recambio generacional que pueda mantener la producción", explica el agricultor. Las hortalizas que se consumen en Chaco provienen de Buenos Aires, del sur de Santa Fe, de Salta y de Jujuy. Esto encarece el producto y baja su calidad, porque tiene muchos kilómetros recorridos; a veces las verduras son cosechadas verdes y maduradas en cámaras de frío en función de la distancia que tiene que recorrer.

En este contexto, Proyecto Cultiva emerge con propósitos concretos: "Trabajar la agroecología desde una lógica cooperativa, evitar el transporte de los alimentos desde otras provincias y dar trabajo a las compañeras y compañeros del sector que viven en los territorios", dice el productor chaqueño. "Pero no hay políticas públicas que desarrollen esta propuesta. Hay mucho discurso pero no hay presupuesto", enfatiza.

El gobierno de Chaco participó en la presentación de Proyecto Cultiva y se comprometió públicamente a potenciar la agroecología. Pero mientras tanto, dice Frías, las políticas provinciales existentes están volcadas a "matrices productivas extractivas que tienen que ver con el desmonte, con la sojiización, con los feedlots, con la extracción de los recursos primarios". Para él, el problema en Chaco no son solo los desmontes, "sino que la industria que se propone tiene que ver con las granjas porcinas y avícolas que son grandes núcleos contaminantes y que ofrecen una alimentación de muy mala calidad para la población".

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Fabricar bioinsumos y apostar a la educación popular

Así como las y los campesinos chaqueños apuestan a la recuperación de semillas nativas, piensan la sanidad del suelo como matriz fundamental para la producción de cultivos sanos. Por este motivo buscan desarrollar la producción de bioinsumos —que ya tiene una experiencia potente en Puerto Tirol— y que busca tratar la producción con sustancias artesanales hechas en base a microorganismos regeneradores de macrobiótica benéfica para la agricultura.

"Estos insumos, asociados a prácticas de manejo agroecológico de los cultivos son los que garantizan la continuidad sustentable de la producción, facilitando biofertilizantes, biocontroladores, fitoestimulantes", explicitan los integrantes de Proyecto Cultiva. La intención es ampliar los esquemas de producción de bioinsumos y acercarlos a las familias de la agricultura familiar, campesina e indígena que estén  produciendo agroecológicamente o están en transición.

El objetivo de Proyecto Cultiva no es solo productivo, sino también social y político. Por eso no solo intercambian bioinsumos y semillas nativas: también comparten saberes. En ese marco pensaron una la necesidad de crear espacios educativos en los territorios para desarrollar colectivamente saberes teóricos y prácticos sobre agroecología.

Las "aulas" son experiencias concretas de producción que generan las condiciones ideales para la construcción horizontal y popular de conocimiento. Hasta el momento existen cuatro: La Tierra Sin Mal (Puerto Tirol), Nuestra Tierra (Ciervo Petiso), Casa de las Semillas (San Martin) y Nalá (La Leonesa). Todas ellas conforman la EPA (Escuela Popular Agroecológica), una de las patas de Proyecto Cultiva. La producción de bioinsumos forma parte de las capacitaciones que se brindan desde la EPA.

"Desde el Proyecto Cultiva buscamos ampliar los territorios agroecológicos en la provincia a través de un esquema de articulación y acompañamiento permanente. La potencialidad productiva de nuestra provincia, junto a los saberes y experiencias acumuladas por los y las agricultoras, nos ubica  en una situación con mucha potencialidad", manifiestan sus hacedores. 

Foto: Liga de Trabajadores Rurales.

Hacia un esquema justo de comercialización

Las y los productores agroecológicos de Chaco entienden que no solo es necesario mejorar la producción sino fortalecer redes de comercialización de cercanía y a precios justos. En ese sentido, resulta clave estrechar la relación entre productores y consumidores. Con ese norte generaron una red que "implica mucha energía y mucha cabeza, porque si bien grandes sectores de la sociedad vienen comprendiendo o buscando verduras trabajadas de manera natural o agroecológica, aún resta mucho por trabajar en el sentido de escala producida", describe Frías.

El productor compara lo que ocurre en Chaco con otros territorios. "En Buenos Aires puede haber otro esquema, pero acá en Chaco la verdura agroecológica o la verdura orgánica sigue siendo cara. Por eso buscamos eliminar intermediarios para abaratar los costos finales para el consumidor, pero también elevar para las cantidades producidas. El objetivo es que el consumidor se comprometa o nos acompañe en este proceso de producir alimentos", afirma.

Una de las líneas de la red de comercialización que promueve Proyecto Cultiva es la compra anticipada de verduras. El esquema funciona de la siguiente manera: un grupo de familias compran verduras a futuro, ponen cierta cantidad de dinero que se devuelve en bolsones de verdura en dos o tres meses, cuando se cosecha. "Es una experiencia linda de ser contada pero aún a bajísima escala. Todavía no nos animamos a decir si es reproducible o multiplicable", aclara Frías.

—¿Cómo surgió esa idea?

—Hace tres o cuatro años atrás, desde la granja en Puerto Tirol impulsamos un espacio de reflexión sobre soberanía alimentaria. Allí participaban muchas personas de Resistencia, no solamente productores sino también consumidores. Algunos de estos últimos estaban interesados en la alimentación, otros en producir pero no tenían tierras dónde hacerlo y querían colaborar. De ahí salió la idea: como consumidores de una alimentación más sana, de una producción agroecológica, querían aportar de una forma más activa que el mero hecho de elegir qué tipo de verduras comprar. Entendían la importancia de su rol como consumidores en comprar verdura agroecológica y no la otra, pero se preguntaban cómo aportar de una forma más proactiva. Fueron horas de encuentros, hasta que se fue esbozando la idea de la compra a futuro, como un aporte solidario, que no es una entrega sin nada a cambio sino que la contraprestación es la verdura.

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Proyecto cultiva, historias de agroecología y organización campesina

Cada experiencia agroecológica tiene su recorrido. En Puerto Tirol comenzaron en 2007 con producción agroecológica de hortalizas para el autoconsumo y, en 2014, aumentaron la superficie sembrada para comercializar. Hoy son nueve familias que viven de ese trabajo y además cuentan con la fábrica de bioinsumos en el establecimiento La tierra sin mal.

La agroecología no solo mejoró la calidad de nuestra alimentación sino que a partir de que empezamos a consumir esos alimentos muchos de los problemas de salud que teníamos disminuyeron o desaparecieron. A su vez, este esquema te deja margen de rentabilidad porque se baja mucho el uso de insumos externos y se mantiene el índice de producción", asegura Frías.

La historia de Ciervo Petiso abre una esperanza hacia el futuro en una provincia en la que las y los trabajadores de la tierra tiene un promedio de 60 años. Es una localidad muy pequeña, con un padrón electoral de 300 personas. La producción agroecológica comenzó hace apenas 5 años y ya excedió la capacidad de consumo de esa villa rural ubicada en el norte chaqueño y a las localidades aledañas, de 15 kilómetros a la redonda. "El proceso interesante ahí es que el núcleo fuerte de producción está integrado por familias muy jóvenes, de entre 20 y 40 años", destaca Frías. Son los hijos y nietos de los dueños originarios de esas tierras, que a partir de los años noventa fueron abandonados para migrar al núcleo urbano.

En La Leonesa vienen desde hace mucho tiempo produciendo de manera agroecológica, solo que no estaba incorporado el proceso organizativo, según el relato del entrevistado. "Eran familias que hacían una producción de autoconsumo y vendían el excedente, pero a partir de organizarse y comercializar en conjunto les mejoró la rentabilidad. Aumentaron la superficie producida y su calidad de vida en función del mayor ingreso que están teniendo", sintetiza Frías. La trayectoria productiva de esa zona se remonta a las épocas del ingenio azucarero Las Palmas. En los años '90 el ingenio cerró y el Estado repartió las tierras. Algunas parcelas son comunitarias y otras individuales y es donde hoy cultivan hortalizas de forma amigable con la salud y el ambiente.

Por último, en la zona rural de San Martín se está trabajando desde hace dos años en un espacio de producción de semillas propias, nativas y criollas. "Las semillas son parte de la identidad de los pueblos, elemento fundamental para el desarrollo de la  agricultura", afirman desde Proyecto Cultiva. Por eso el objetivo es multiplicar y conservar la semilla nativa y  criolla. En este proceso es fundamental el rol de las Guardianas de las Semillas, un colectivo de mujeres que vienen encontrándose tras la pandemia para recuperar las semillas que surgen de los procesos agroecológicos, como una forma de hacerle frente a la transgénesis.

Foto: Liga de Trabajadores Rurales.

Una nota de Agencia Tierra Viva. 

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