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“Los nutricionistas tenemos que estar más cerca de los productores, no podemos recomendar un producto si no sabemos cómo funciona la cadena”

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|Argentina|

Cuando en octubre de 2019 se publicaron los resultados de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, publicada por la Secretaría de Salud de la Nación, los números no sorprendieron a nadie. El informe señaló que sólo el 6% de los argentinos come los 700 gramos de frutas y hortalizas(recomendados por la Organización Mundial de la Salud) necesarios para reducir las posibilidades de contraer Enfermedades No Transmisibles (ENT), que son responsables del 73% de las muertes en nuestro país. Actualmente un argentino consume, en promedio, 200 gramos de frutas y verduras diarios.

Sin embargo, aún más preocupante es la percepción que la población argentina tiene sobre dicha alimentación: casi la mitad de los encuestados (42,7%) alegó que “ya come la cantidad de frutas y hortalizas adecuada” y solo un tercio de la población (28%) reconoció tener una dieta poco a nada saludable. Estos últimos, la vincularon a: A) hábitos alimentarios (falta de tiempo, preferencia por alimentos con altos contenidos en grasas y azúcares); B) precio y accesibilidad, donde los alimentos saludables son vistos como “muy caros”; C) entornos pocos saludables, con dificultades para el acceso o escasez de opciones.

El “estancamiento” de la alimentación saludable no es nuevo en Argentina. En los últimos 20 años, la ingesta de frutas disminuyó un 41% y la de hortalizas un 21% mientras que, en el mismo período, el consumo de gaseosas y jugos en polvo se duplicó. Esta tendencia enciende las alarmas especialmente en niños y adolescentes. Datos de la Encuesta Mundial de Salud Escolar de 2012 (ya desactualizada) indican que en Argentina el 28,6% de los estudiantes de 13 a 15 años presenta obesidad y el 5,9% sobrepeso. No hay un motivo único: la mala alimentación se combina con entornos obesogénicos y una industria publicitaria poco o nada regulada que apunta toda su maquinaria sobre un sector influenciable como el de la infancia.

“Se está trabajando en mejorar los entornos escolares. No sólo en informar qué alimento consumir o dejar de consumir, sino en favorecer entornos adecuados para los niños, tanto en la escuela como en la familia, con oferta disponible de frutas y espacios para facilitar la actividad física, por ejemplo”, explica a InterNos María Laura Chiormi, integrante del Consejo Directivo del Colegio de Nutricionistas de Buenos Aires.

Chiormi, exponiendo en el Seminario Frutihortícola en la ciudad de Córdoba.

Si bien en los últimos años se multiplicó la cantidad de información disponible y crecieron las tendencias “fit” en nuestro país, existen todavía problemas estructurales en lo referido al consumo de frutas y verduras. Para la nutricionista es importante abordar las múltiples dimensiones que implica fomentar un consumo más saludable, el cual no se restringe a promocionar los beneficios nutricionales de estos alimentos, sino que requiere trabajar en variables relacionadas al precio y la accesibilidad de los productos (en comparación a los ultraprocesados) y a los hábitos de compra y preparación.

En este sentido, la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo mostró que un 36,6% de la población siente que preparar platos con hortalizas “requiere mucho tiempo” mientras que un 18,8% señaló “les resulta caro” adquirirlas. “No es un mito que implica más esfuerzo cocinar un plato que comprarlo hecho. Pero tenemos que dar herramientas para que la gente pueda utilizar mejor las frutas y verduras, para que aprendan a consumirlas en estación, a comprar las cantidades justas para no generar desperdicio ni tirar dinero”, dice Chiormi. “También tenemos que trabajar con los puntos de venta, que tendrían que ser lugares atractivos donde enterarse qué aportan estos alimentos o cuál es el mejor momento para conseguirlos a buen precio”, agrega.

El pasado 14 de febrero se llevó adelante en la ciudad de Córdoba un Seminario Frutihortícola organizado por la Federación Nacional de Operadores de Mercados Frutihortícolas (FENAOMFRA) en la que asistieron asociaciones, cámaras y referentes de las distintas entidades vinculadas al mundo de las frutas y las verduras en nuestro país. El Colegio de Nutricionistas de Buenos Aires fue una de las entidades presentes y María Laura Chiormi explicó el porqué de su presencia: “Desde los Colegios Profesionales tenemos que estar más cerca del consumidor pero también de los productores. No podemos recomendar el consumo de frutas y hortalizas si no sabemos cómo funciona la cadena. Debemos involucrarnos para conocer qué, cuánto y cómo se produce”.

Respecto a este punto, concluyó: “El nutricionista no debe estar solamente en un consultorio, sino que debe estar más presente en lugares donde se debatan políticas públicas que promuevan consumos saludables”. Cabe recordar que el resultado del mencionado Seminario Frutihortícola fue un documento de trabajo que las autoridades de FENAOMFRA finalmente presentaron al Ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería de la Nación, con el objetivo de proponer líneas de trabajo de cara al 2020. La promoción del consumo saludable, claro, fue uno de los ejes abordados ya que tracciona el desarrollo de la cadena.

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