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Comercialización

Información al poder: el negocio de las frutas y verduras

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En el día de hoy, el  departamento de Estadísticas y Precios de la Corporación del Mercado Central de Buenos Aires realizó un webinar abierto para transparentar la información que recopila sobre volúmenes, flujos y precios.  Buena parte de la información publicada nos ayuda a entender y pensar la actividad frutihorticola en estos momento en donde el abastecimiento ha sido esencial para toda la población en momento de confinamiento.

La situación a la que nos enfrentó el confinamiento de los primeros días de Aislamiento Obligatorio, en el marco de la emergencia sanitaria frente al coronavirus, provocó en los primeros meses un aumento de los precios de muchos de los productos de la canasta básica a causa de una relativa escases provocada por una imprevista ola de consumo y aprovisionamiento intempestivo de la población. Frente a esto,  el gobierno argentino anunció una serie de medidas políticas, como la regulación de  la Ley de Abastecimiento a través del DNU 287/2020, con el objetivo de garantizar la producción y distribución de artículos de primera necesidad como medicamentos y alimentos.  La  resolución 100/2020, estableció la fijación de precios máximos de venta al consumidor según los números que habían sido informados en el Sistema Electrónico de Publicidad de Precios (SEPA) hasta el 6 de marzo de 2020. La medida se ha venido prorrogando desde entonces y ahora es válida hasta el 31 de octubre inclusive. Al mismo tiempo la Subsecretaría de Acciones para la Defensa de las y los Consumidores, instituyó la Disposición 3/2020   para crear un sitio de publicación de precios máximos de referencia para una canasta básica de productos de consumo discriminada para cada provincia.

¿Pero qué pasó con frutas y verduras?

Hay que decir que estos rubros nunca ingresaron al control, ni fueron publicados en la web de precios máximos.  Sin embargo, desde la secretaria de comercio interior si se entabló un dialogo con diversos mercados de abasto de todo el país para asegurar el abastecimiento a precios razonables durante aquellos primeros meses. Tal fue el caso del Mercado Central de Buenos Aires que lanzó el Compromiso Social de Abastecimiento; pero también se sumaron mercados de Santiago del Estero, Santa Fe y Neuquén, entre otros.

Sin embargo, más allá de los aumentos obvios que sufrieron algunos productos a raíz de la tempestiva demanda de los primeros días de aislamiento combinada con las complicaciones logísticas acontecidas, ¿Qué variables podemos analizar para entender la variación de los precios? ¿Qué ha pasado con los precios y volúmenes de comercialización durante el año atravesado por la pandemia?

Una de las primeras variables a analizar es el volumen de mercadería.  Si observamos los datos brindados por el  Mercado Central de Buenos Aires, respecto a los ingresos acumulados  de este año, y lo vemos retroactivamente, podemos apuntar dos eventos significativos para entender la actividad en este año pandémico.

El primero es la recuperación ascendente en volumen. El 2020 muestra una recuperación del 7.47% en el total de bultos ingresados al Mercado Central respecto del mismo periodo acumulado en 2019, inclinando la curva de manera ascendente. Igualmente, todavía se está unas 100 mil toneladas por debajo del pico registrado en 2005, cuando la economía estaba en pleno crecimiento. El segundo evento a observar es que, a partir de la primera semana del Aislamiento social, preventivo y obligatorio, la oferta cayó abruptamente. Este segundo elemento colaboró (por la caída de oferta y crecimiento de la demanda) en la suba de los precios.  La falta de productos por las contingencias climáticas (pasó con la papa y la naranja, por ejemplo) y las dificultades logísticas ante las medidas establecidas (que en marzo y abril fueron muchas y variadas según la región) configuraron este panorama de caída de oferta en los primeros meses de confinamiento.

Un dato por demás interesante que se constata en la exposición es que cada vez comemos menos variado. Tan sólo cinco especies de hortalizas (papa, cebolla, tomate, zapallo y zanahoria) totalizan el 80 por ciento de la oferta del Mercado Central. Si bien es cierto que oferta no es exactamente igual a consumo, si es cierto que la determina en alto grado. Además, si sabemos que alrededor del 70% de lo que consumimos en frutas y verduras proviene de las centrales mayoristas. Y en este caso, estamos hablando de la central más grande del país, por lo tanto, aunque seguro con matices por región, los datos aquí provistos pueden ser extensibles al resto de la población.  Por el lado de las frutas, la manera de contabilizar no nos permite discriminar por producto, salvo en el caso de la banana que se enarbola sola en el cómodo tercer puesto, y que, junto a las frutas de pepita y los cítricos, constituyen también casi el 80% de los ingresos registrados.

Aunque pueda parecer un dato menor, que la demanda se centre solo en estos productos, habiendo un mercado mucho más variado, genera una consecuente presión en los precios que tienden a subir inexorablemente. Es parte de lo que suele pasar todos los años con el tomate en la ventana que se produce cuando se acaba la producción del norte del país y comienza a ingresar la producción correntina. Los consumidores quieren tomate todo el año de manera constante. Cuando la oferta cae, los precios suben sensiblemente. Sobre este punto, el ingeniero Mariano Lechardoy a cargo de la exposición resaltó: "En las últimas 16 semanas del año hemos tenido un crecimiento constante. Podemos decir con seguridad en base a la información de guías que estamos vendiendo más en el Mercado Central. Lamentablemente esto se traslada a precios no por falta de oferta sino porque hay una demanda creciente".

Cómo decíamos al principio, efectivamente durante la pandemia vimos como los precios aumentaron también en frutas y verduras a pesar de los esfuerzos y compromisos asumidos. En su momento, algunos operadores de mercado explicaron a InterNos que parte del encarecimiento de la mercadería (como las frutas provenientes de Mendoza o el caso de la cebolla bonaerense allá por abril) respondió al aumento del costo del flete, como consecuencia de la imposibilidad de circular camiones vacíos, encareciéndose así el flete de retorno o contraflete.

"La suba de precios no responde a la especulación sino a la alta demanda en determinados momento del año o a una contracción de la oferta. Esa es la explicación. Durante los meses de julio a octubre, el tomate por ejemplo viene del norte. No podemos esperar en Buenos Aires que el tomate del norte valga lo mismo que cuando procede de zonas cercanas, es decir del cordón hortícola local." explicó Lechardoy.

Sin embargo, al analizar ahora los efectivos aumentos de los precios corrientes de frutas y hortalizas versus los valores del Índice de precios al consumidor, podemos observar que efectivamente estos se despegaron del IPC en lo que va del año. Decíamos antes que el mes de mayo presentó ingresos menores a los de 2019 con una demanda creciente lo cual evidentemente influyó en el alza. Recién a partir de junio, tras grandes incrementos en la oferta los precios volvieron a acercarse al nivel general del IPC.

 

Efectivamente entonces, a los consumidores les fue más caro consumir frutas y verduras respecto de otros alimentos y productos que constituyen la canasta medida por el IPC. Entender esto nos ayuda a comprender lo altamente sensibles que son las frutas y verduras a los movimientos en la oferta y demanda.

Para sumar al análisis, y pensar la evolución de los precios en una economía con altos índices de inflación como la nuestra, es necesario convertir esos valores corrientes a reales. Eso hicimos desde InterNos con algunos de estos productos constitutivos de la canasta como la papa, el tomate o la banana.

Papa

Tomate

Banana

 

Al eliminar la inflación y comparar la evolución de los precios deflactados con el IPC general 2020, efectivamente vemos que recién durante el mes pasado, en el caso de la papa, los precios reales del producto se acercan y superan a los precios registrados durante el año pasado. Distinto pasa con los otros productos ya que la oferta es más variable aunque nos faltaron los datos de ingresos de los últimos dos meses de este año. Una comparación que sin duda es interesante para seguir profundizando.

La información al poder, fue el nombre que el departamento de Estadísticas de la Corporación eligió para la charla. Es que estamos en una actividad que se ha caracterizado por la informalidad y eso la ubicado siempre en un segmento gris, escaso de datos. Lechardoy señaló además que el negocio de la venta de frutas y hortalizas es similar en escala y magnitud al de la carne. $400 mil millones se movieron en 2019 contra los $650 mil millones de la cadena cárnica. Las palabras de Mariano Lechardoy en torno a la importancia de contar con información para revalorizara la actividad quedan resonando: "Somos el patio trasero y eso tiene que cambiar" afirmó tras afirmar que las estadísticas confirman que el negocio frutihorticola tiene un volumen cercano al de la carne pero no cuenta con el mismo peso simbólico y político.

El trabajo que viene haciendo el Mercado Central es fundamental para revertir la situación. La nueva gerenta de Control de Calidad y Transparencia, Marisol Troya, reafirmó el compromiso de la Corporación en seguir trabajando en esto, confimó que vienen de hecho ya en conversaciones con INDEC para profundizar y profundizar la publicación de información sistematizada.
A su vez,  durante el webinario, los técnicos del Mercado Central presentaron el Monitoreo de Precios y Alertas tempranas para empezar a brindar información respecto de toda la cadena, no solo la mayorista pudiendo anticipar además las consecuencias que alguna repercusión en zona de producción podría tener en la oferta y la comercialización.

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