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Producción

Chaco y la peor sequía de los últimos 20 años

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|Chaco|

Las imágenes de la sequía movilizan. Lagunas desaparecidas, animales empantanados o muertos, lotes desiertos donde antes había hectáreas de cultivos. Chaco atraviesa una profunda crisis hídrica a causa de la escasez de lluvias que se extiende desde hace más de un año. Según los especialistas, es la seca más importante de las últimas dos décadas.

Los pequeños agricultores de la región sufren más que nadie esta situación. La falta de agua impide el crecimiento de cultivos para el autoconsumo, la venta de excedentes o la alimentación de animales (cabras, ovejas, porcinos o vacas). Este año la intención de siembra cayó en casi todas las actividades (soja, maíz o incluso algodón, más resistente a estas condiciones).

El caso del girasol es uno de los más representativos: de las 300.000 hectáreas de que se planeaban para la campaña 2020/2021, solo se sembraron 70.000, de las cuales al menos 30.000 se perdieron por la sequía. En el caso del trigo, el área de siembra llegó a 119.000 hectáreas, cuando las proyecciones se ubicaban en 188.400.

Por otro lado, en la ganadería, se estima que la preñez va a bajar entre 15 y 20 puntos para el año próximo porque las vacas no van a tener condición corporal, según informó Marcelo Repetto, presidente de la Sociedad Rural del Chaco. “Hubo también mortandad de hacienda, de terneros. Y después, algo que a veces no se puede cuantificar, pero es comprobable, son los kilos de los animales, su estado corporal que repercute en los índices productivos del año siguiente”, agregó el dirigente.

Foto: Página12

En Chaco, durante el período estival 2019 llovió la mitad de los registros históricos, fenómeno que se repitió en el verano 2020. En algunas zonas cayeron 200 milímetros, cuando el promedio es entre 450 y 600. Con el correr de los meses la situación no mejoró. La falta de agua fue una constante durante todo el año.

“Directamente no había agua. A los pequeños productores se les secaron los vertederos de pozo, de perforaciones. Tuvieron que salir de la emergencia con el acarreo de agua del acueducto desde el pueblo. Y eso tiene un costo oneroso para cubrir el combustible del traslado”, dijo a Revista InterNos Neli Páez, productora familiar de Miraflores, en el departamento de General Güemes, en la región del Impenetrable Chaqueño.

La productora cuenta que durante la última semana llegaron las primeras lluvias después de un semestre para el olvido. El ánimo de los pequeños y medianos agricultores empezó a cambiar. Sin embargo, fueron chaparrones de poco milimetraje (20 – 50 mm), esporádicos y atomizados. “No fue una lluvia general. Algunas zonas recibieron 80 o 100 milímetros, pero fue muy focalizado. Hubo sectores del Impenetrable donde no cayó una gota de agua y todavía se encuentran en una sequía total. Pero bueno, después de 12 o 14 meses de sequía, se toma como una bendición, como un salvataje”, aclara Páez.

Se trata de un respiro parcial. Las precipitaciones de los últimos días ayudarán a generar condiciones de humedad para la siembra, pero no para alimentar los reservorios de cara a una larga temporada. Los pequeños productores continúan sufriendo tanto la pérdida de los animales utilizados para ganadería de subsistencia como aquellos con los cuales se produce leche o queso a mayor escala.

Foto: Página12

Ante la falta de lluvias se busca extraer agua de las napas subterráneas; la misma llega a la superficie con exceso de arsénico o sulfato en su composición, lo que resulta tóxico para los animales. “Es un agua salobre, agria. Llegó un momento en que los animales no querían tomarla. La tomaban cada tres días. Los terneros que nacieron en esas semanas y bebieron de esa agua murieron al nacer o días después, por problemas intestinales o hemorragias internas”, agregó la productora.

El problema de la tenencia de la tierra

Durante el pasado mes de octubre el Ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería declaró la emergencia agropecuaria nacional para la provincia con motivo de su sequía prolongada. La medida se lanzó en semanas donde, a la preocupante situación productiva, se sumaron los múltiples incendios en varias provincias del centro y norte del país. Chaco sufrió más de 4000 focos.

Este tipo de medidas resultan un paliativo concreto para los productores agrícolas y ganaderos, pero lejos están de abordar los problemas estructurales de los agricultores familiares y campesinos de la región. “Nuestro gran problema en el Impenetrable es la irregularidad en la tenencia la tierra. Hay productores que todavía están con el rótulo de simple ocupantes después de tres generaciones de trabajo. Otros ni siquiera tienen un expediente de ocupación. Esa gente no puede acceder a un beneficio de asistencia por Emergencia Agropecuaria, porque ni siquiera figura como ocupante”, describe Neli Páez sobre este punto.

Foto: Página12

Y agrega: “Es una deuda de muchos años, no de las últimas tres o cuatro gestiones. Son décadas de gobierno. Tierra ocupada por abuelos, padres y ahora hijos productores que no pueden asegurarse el suelo que trabajan. Las últimas generaciones no ven su futuro acá. Necesitamos políticas sociales para evitar el desarraigo, no podemos pretender que permanezcan si no se resuelve la situación del agua y la tenencia de la tierra”.

La productora no pierde la fe. Nacida y criada en el Impenetrable, conoce de las peripecias del clima en la zona. Pero también sabe a la perfección que lo que sucede en Chaco no es obra de la casualidad ni del destino, sino consecuencia directa del trato que la humanidad le está dando a la naturaleza.

“Cómo no vivir enamorada de nuestro bosque chaqueño, a pesar de las situaciones climáticas extremas. La naturaleza es dadivosa con nosotros, aunque a veces nos pase factura porque la maltratamos, la sobreexplotamos. El ser humano es la causa de todo lo que estamos viviendo”, concluyó la agricultora.

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