Connect with us

Edición 34

Asegurar el trabajo, asegurar los cultivos

Published

on

|Argentina|

Producir alimentos no es una actividad más. Requiere de una inversión importante en tiempo, insumos y capital humano. Pero además, esta tarea se encuentra sujeta a un factor de difícil control: las inclemencias climáticas. Éstas pueden deteriorar la calidad de las cosechas o generar numerosas pérdidas en los cultivos trabajados durante meses. En este contexto, los seguros agrícolas adquieren un valor especial, porque permiten a productores y productoras de nuestro país amortiguar los daños que generan lluvias, vientos y granizos en los campos, reduciendo los impactos en su estructura económica y financiera.

Ninguna compañía de seguros es exclusiva del sector agrícola; granos, frutas y hortalizas son sub-divisiones de los seguros en general. Éstos suelen ser muy utilizados en cultivos extensivos donde se produce soja, maíz, girasol, trigo y cebada, entre otros. Sin embargo, no sucede lo mismo con la horticultura y la fruticultura. Si bien encontramos, por ejemplo, plantaciones de peras y manzanas aseguradas en el Alto Valle, por lo general la oferta se vuelve más acotada para otros cultivos. Desde InterNos nos propusimos indagar cuáles son los tipos de seguros que existen para la producción de frutas y verduras en nuestro país, como también conocer su demanda y sus beneficios a largo plazo.

¿Qué son los seguros agrícolas?

Un seguro agrícola es un contrato por el que una compañía de seguros (la aseguradora) se compromete, a cambio de una prima preestablecida, a indemnizar el daño producido sobre ciertos cultivos por factores climáticos adversos. Este vínculo se genera con quien contrata el servicio (el asegurado) y la recomposición se realiza siempre y cuando el objeto perjudicado se encuentre dentro de los límites de cobertura contratados.

Los seguros permiten atenuar las pérdidas económicas que resultan de una producción inutilizada o maltrecha. De esta manera, los productores se resguardan de los riesgos climáticos y/o biológicos que afectan el rendimiento, la calidad y la supervivencia de los cultivos.

No son pocos los gobiernos provinciales preocupados por la aplicación de programas de seguros para las zonas productivas de sus economías regionales. Los fenómenos climáticos impactan de manera negativa en el ámbito socioeconómico, generando caídas en los puestos de trabajo y un progresivo abandono de la actividad por parte de productores pequeños y medianos.

Como señalamos párrafos atrás, los seguros suelen ser menos comunes en las producciones de frutas y hortalizas. Los cultivos intensivos se caracterizan por ser altamente productivos en extensiones de suelo reducidas (mucho capital por metro cuadrado). Requieren de un ambiente controlado y numerosa mano de obra, por lo que cada fenómeno climático que ocurre sobre las plantaciones genera perjuicios severos y, por ende, pérdidas económicas importantes. Es ésta una de las principales causas por las cuales la oferta de las aseguradoras se ha visto reducida en los últimos años: todas las opciones resultan costosas para las firmas. No son pocas las ocasiones en las cuales las empresas han dejado de ofrecer el servicio ante la falta de rentabilidad que les genera el sector frutihortícola.

No son pocas las oportunidades donde los productores se encuentran en situaciones de informalidad, por lo que el acceso a la cobertura se ve imposibilitado.

Sin embargo, así como la oferta en el sector es reducida, también lo es la demanda. De la misma manera que para las empresas aseguradoras resulta riesgoso ofrecer un servicio en los cultivos intensivos, para los productores contratar este mismo seguro puede resultar, en muchos casos, costoso o inaccesible. Si una aseguradora ofrece un servicio de acuerdo a la relación de riesgo que tiene con el cultivo intensivo, la misma alcanza precios elevados y como consecuencia los productores prescinden de ella. En estas situaciones, los seguros no son vistos como inversiones que proporcionan estabilidad productiva, sino como un gasto la mayoría de las veces imposible de abordar.

No son pocas las oportunidades donde los productores se encuentran en situaciones de informalidad, por lo que el acceso a la cobertura se ve imposibilitado. Aquellos que no se encuentren registrados no pueden acceder a este tipo de servicios. Comúnmente, los productores que no cuentan con un nivel adecuado de capitalización, tampoco poseen herramientas que les permitan asumir los riesgos climáticos a corto o mediano plazo. Asimismo, vale destacar también que existen zonas en las cuales los riesgos de tormentas son muy bajos, por lo que los productores deciden, directamente, no contratar el seguro.

Experiencias a nivel nacional

organizativa y su origen, que proviene de capitales privados, públicos o una combinación de éstos. Si bien puede pensarse que la mayoría de los seguros son privados, en Argentina esto varía según la importancia que el gobierno provincial brinde a una determinada economía regional, apoyando o no a los programas de seguros mixtos o directamente públicos.
La adquisición de un seguro agrícola varía dependiendo la zona de producción específica. Existen coberturas para olivos y nogales en las zonas de La Rioja y Catamarca. También coberturas contra granizo para papa y cebolla en la provincia de Buenos Aires, o para arándanos en Concordia. Un sector que se encuentra protegido es el de los cítricos y los frutales de carozo en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén.

En esta última región la necesidad de cobertura por parte de los chacareros es alta, ya que poseen elevados costos de producción por kilo y la zona es propensa a tormentas de distintos tipos, entre ellas de granizo. La caída de granizo es una de las principales adversidades climáticas que afectan la producción en calidad y cantidad. Factores como este dañan con fuerza las cosechas y las plantaciones en general. Los seguros en esta zona suelen especializarse en la cobertura de daños para fruta pepita (peras, manzanas y membrillos) y de carozo (ciruelas, duraznos, cerezas).

El Alto Valle es uno de los lugares donde ciertas empresas privadas ofrecen sus servicios. También lo hace el sector público, a través del “Programa Compensador de Daños Ocasionados por Granizo de la Provincia de Rio Negro”. Esta experiencia es particular, ya que no se conforma como una compañía de seguros, sino como un fondo mixto y solidario, financiado con el aporte de los productores frutícolas adherentes, el Estado Provincial y ciertos aportes extraordinarios del sector público y privado. La adhesión al Ente es de carácter voluntario. Su intención no es el lucro, sino la cobertura de los costos asociados a producciones dañadas.

Este Ente no financia daños menores al 10%. En cambio, si la fruta afectada supera el 10% (y hasta un 60%) la producción es compensada. Los cultivos que alcanzan perjuicios por un 61% o más son considerados daños totales, recompensándose el 100% de los mismos.

Otra experiencia significativa ocurre en la provincia de Mendoza, donde los cultivos principales (vid, frutales y hortalizas) requieren de inversiones elevadas. Según indican datos de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas (DACC), cerca de 2000 productores mendocinos sufren los deterioros climáticos en sus cosechas anuales (en algunos casos, pérdidas mayores al 50%) a partir de heladas tardías y granizos.

Los fenómenos climáticos impactan de manera negativa en el ámbito socioeconómico, generando caídas en los puestos de trabajo y un progresivo abandono de la actividad.

Hasta el año 2012, Mendoza poseía un sistema de contratación de Compañías de Seguro individuales o en formato de pools mediante licitación pública. Este mecanismo fue modificado por falta de resultados satisfactorios, ya que gran parte de los fondos que el Estado Provincial transfería a las compañías privadas no se visualizaba en beneficios para los productores, sino en lucros empresariales. Sólo la mitad de los aportes iniciales realizados por el sector público se trasladaban al bolsillo del productor. Ante esta situación de ineficiencia fue creado el Fondo Solidario Agrícola, un sistema universal (de carácter obligatorio) en el que todos los productores realizan aportes mínimos para beneficiar a aquellos que se ven damnificados por heladas y granizos. Este aporte se realiza a partir de la base cultivada de cada productor. Su carácter universal brinda la posibilidad de garantizar compensaciones al 12% de los productores con menor nivel de capitalización, para que puedan cubrir los costos productivos del nuevo ciclo sin trasladar las consecuencias del siniestro en la próxima cosecha.

En el año 2009 fue sancionada a nivel nacional la ley N° 26.509, que crea un Sistema Nacional para la Prevención y Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios frente a factores climáticos, meteorológicos, biológicos o físicos que afectan significativamente las producciones agropecuarias. En 2012, Corrientes estableció la ley N° 5.978 mediante la cual se adhiere a la legislación precedente y crea a su vez el  Sistema Provincial para la Prevención y Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios. Con esta ley se constituyó, además, un Programa de Seguro Agrario. Según indica el Artículo segundo de la reglamentación, el Ejecutivo Provincial podrá “contratar seguros y servicios conexos, financiar y/o subsidiar al productor en la contratación de los mismos con el objeto de utilizarlos como herramientas de gestión de riesgos para disminuir las pérdidas debidas a las adversidades climáticas”. La suscripción a este sistema es voluntaria, las pólizas pueden ser individuales y colectivas, y se busca una mayor participación por parte de los productores involucrados. A su vez, el Estado posee las herramientas para generar información y estadísticas confiables a través de las cuales se designan los recursos. Es también el encargado de velar por el control y la aplicación de los mismos.

En el marco de esta legislación se llevó adelante un Programa Piloto de Seguros para pimientos y tomates bajo cobertura plástica, destinado a productores de hasta una hectárea localizados en los departamentos de Bella Vista, Lavalle, Goya, San Roque y el Cinturón Verde de Corrientes. El programa buscó proteger especialmente a los pequeños productores, de mayor vulnerabilidad. No tuvo costo para los agricultores familiares, ya que fue financiado por el Ministerio de Agroindustria de la Nación.

Estas medidas tienen como misión el cuidado de las economías regionales y las producciones que dan trabajo y contención social a un porcentaje elevado de productores en nuestro país. Resulta fundamental que las autoridades del sector público (gobiernos nacionales y provinciales) puedan ofrecer y garantizar sistemas de cobertura allí donde los privados no llegan, o llegan con ofertas elevadas que los productores no pueden afrontar. Sistemas de estructuras solidarias y de carácter universal favorecen la permanencia de los sectores productivos en la actividad y su capitalización constante para hacer frente a los fenómenos climáticos.

Mirá la revista completa aquí

 

Para recibir Revista InterNos en formato papel en su domicilio puede completar este formulario o bien contáctese a info@revistainternos.com.ar.
Advertisement

Lo más leído