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Agroecología

La UTT avanza en las certificaciones agroecológicas para productores hortícolas

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Foto: UTT

|Argentina|

La Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT) avanza en un programa de certificación de buenas prácticas agroecológicas. El objetivo es que los productores hortícolas puedan comercializar sus verduras bajo este rótulo en los Almacenes de Ramos Generales que la organización tiene en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires.

Según explican desde la organización, la necesidad de certificar la producción agroecológica surgió como una demanda de los consumidores. “Los clientes nos preguntaban cómo podían saber si un producto tenía químicos o no. La gente conocía lo orgánico, no tanto lo agroecológico. Necesitábamos una garantía que lo certificara”, explica al respecto Delina Puma, referente del Consejo Técnico Popular (Cotepo), un área dentro de la UTT donde referentes técnicos trabajan junto a los productores que realizan agroecología y aquellos que se encuentran en proceso de transición.

La organización comenzó dar los primeros para construir su propia certificación. De la mano de Cotepo se vinculó con instituciones como SENASA, INTA y la Secretaría de Agricultura Familiar para el diseño de los protocolos que requeridos a la hora de certificar esta práctica productiva.

Foto: UTT

Marcelo Bellioni, investigador especializado en agroecología en el Centro de Investigación para la Agricultura Familiar del INTA Castelar, explica que desde la entidad la intención es acompañar el proceso para analizarlo y sistematizarlo. “En un país donde aún no contamos con una certificación estatal, nos pusimos al servicio para contribuir a una construcción en conjunto. Lo fundamental es apoyar a que las propias bases generen sus instrumentos y capacidad”, explicó.

De este trabajo interdisciplinario surgió el Sistema Participativo de Garantías (SPG). Escrito entre productores e instituciones, y tomando como referencia modelos de otros países que llevan décadas de desarrollo en otros lugares del continente -como el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST)-, se constituyó como un formulario de 18 puntos. Entre otras cosas, exige un adecuado manejo del agua, la gestión y conservación de la tierra, el control de malezas, insectos y enfermedades; la generación de biodiversidad en el campo e incluso la implementación de barreras y zonas de amortiguamiento, en caso de estar situado entre campos que apliquen agroquímicos.

En esta completa nota realizada por Dante Rofi para el diario La Nación, Delina Puma explica que una vez que el productor avanzó en todos estos puntos, es necesario una fiscalización externa. "Una vez que el técnico considere que el campo está listo para ser certificado, otro grupo de técnicos que no hayan tenido relación con el desarrollo del campo hace una revisión del trabajo y se completa el formulario de inspección para la certificación. Si el campo cumple con todos los requisitos del formulario, se firma un contrato de producción, un contrato social y un contrato comercial con el productor. Recién entonces, se otorga el certificado de buenas prácticas agroecológicas", explicó Puma.

En Argentina existen 10 quintas agroecológicas certificadas -todas en la provincia de Buenos Aires, según informan desde la entidad- y unas 50 en proceso de transición. Pero, antes de comenzar a construirse esta herramienta, a nivel nacional solo existía la certificación orgánica, cuyos requisitos no se corresponden necesariamente con la agroecología.

Desde la UTT entienden que los sellos orgánicos son excluyentes para los consumidores -por sus precios- y excluyentes para las familias productoras, que no pueden pagar los procesos de certificación o que directamente no pueden acceder a ellas por no ser dueñas de la tierra, el cuál es un requisito fundamental para obtenerlas.

Además, agregan, en esa certificación se encuentra ausente la perspectiva social, muy importante para la práctica agroecológica.

Así lo explica Delina Puma: “Un sello orgánico te asegura que en un campo se produce sin químicos, pero no te dice en qué condiciones están quienes trabajan ese campo, no te dicen si los empleados son bien pagos o los están explotando. O si hay trabajo infantil”.

Para la certificación agroecológica planteada por la UTT son importantes las condiciones de vida, laborales y habitacionales de los productores; así como también la cercanía con los centros de atención o el estado de los caminos rurales. Sin embargo, algunos de esos aspectos excede al propio productor y no está claro si, por ejemplo, el mal estado de un camino rural puede significar una traba para la obtención de un certificado agroecológico.

Desde la comercialización, la organización propone que el productor participe activamente en la conformación del precio que su mercadería va a tener en las góndolas. De esta manera busca diferenciarse del modelo tradicional, donde “si la producción va al Mercado es mal paga” (sic).

La medida resulta interesante en la teoría, aunque en la práctica puede encontrar limitaciones, ya que el crecimiento del volumen producido podría sobrepasar, eventualmente, los canales de comercialización que posee la UTT. Por eso la organización se propone crecer también en ese sentido, con mercados mayoristas donde los horticultores de todo el país puedan encontrar un espacio concreto de venta para esos productos.

“Cada seis meses nos reunimos en asamblea con los almacenes (NdE: se refiere a los Almacenes de Ramos Generales que la UTT posee en Buenos Aires) y acordamos los precios. Vendemos a precio justo y al consumidor le llega un precio más barato que el de los productos orgánicos y generalmente también más barato que la producción tradicional”.

En este esquema, la idea es que el consumidor se involucre en la cadena e incluso sea parte activa de su fiscalización: cualquiera de las partes involucradas en la cadena de valor -y esto incluye a los consumidores- puede visitar las fincas de los productores para conocer cómo se produce.

Actualmente la UTT trabaja unas 300 hectáreas de forma agroecológica. Unas 200 de ellas pertenecen a la provincia de Buenos Aires (principalmente en el cinturón hortícola de La Plata y en Luján). Las otras 100 hectáreas se distribuyen por las provincias de Jujuy, Salta, Corrientes, Misiones, Santa Fe, Córdoba y Tucumán.

"La certificación de buenas prácticas agroecológicas tiene un impacto muy fuerte en toda la estructura de trabajo de la organización. Hacia afuera, en la etapa comercial, porque los clientes podrán tener un documento técnico, más allá de nuestras palabras, que les garantizará que los alimentos que van a consumir fueron producidos de manera agroecológica", dice Juan Pablo Della Villa, responsable del área de Comercialización de la UTT, al diario La Nación.

Y agrega: "Hacia adentro, nos posibilita empezar a profesionalizar este proceso popular que viene superando etapas y que deseamos cimiente bases firmes para el desarrollo real de la agroecología en los próximos años en la Argentina".

Programa Impulso a la Agroecología (PIA)

En los últimos días, la organización lanzó además un Programa de Impulso a la Agroecología (PIA) destinado a productores hortícolas del cinturón verde platense (principalmente La Plata, Florencio Varela, Berazategui). Consiste en la distribución de kit de plantines y bioinsumos en forma de créditos.

Desde la organización explicaron que los créditos se financiarán de forma circular en base al modelo de comercialización propuesto: “Entre los tres y cuatro meses siguientes, las verduras agroecológicas cosechadas serán entregadas como devolución del crédito y comercializadas a precio justo a través del Almacén UTT. Con su compra, los consumidores se hacen parte de la cadena ya que financian la producción de insumos y dan impulso a un nuevo modelo de producción y consumo de alimentos saludables”.

“El PIA es mucho más que un esquema de créditos porque además permite el desarrollo de plantineras como una plataforma productiva agroecológica en los territorios”, concluyó Delina Puma, de Cotepo.

Fuentes:

  • Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT)
  • La Nación
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