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Edición 28

Mujeres y rurales

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Hombres y mujeres trabajan a diario en las zonas productivas de todo nuestro país y del mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 43% de la mano de obra agrícola está compuesta por mujeres que producen, procesan y preparan gran parte de los alimentos disponibles. A pesar de esta paridad en lo numérico, al día de hoy las mujeres continúan luchando para conseguir igualdad de condiciones desde lo laboral, lo económico y lo político.

ONU Mujeres

A nivel internacional existen organizaciones que luchan por los derechos de las trabajadoras. Ejemplo de esto es ONU Mujeres la organización de las Naciones Unidas que tiene por objetivo “promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres”. Este organismo, creado en 2010 por la Asamblea General de Naciones Unidas, implicó un paso histórico en el camino de la lucha por el progreso y la mejora de las condiciones de vida de las mujeres en todo el mundo. ONU Mujeres apoya el liderazgo y la participación de las mujeres rurales al momento de diseñar leyes, estrategias, políticas y programas en lo relacionado a su vida cotidiana. Asimismo, actúa para poner fin a la pobreza a través de programas que faciliten capacitación, préstamos y habilidades prácticas para empoderar a las mujeres rurales pobres, darles la oportunidad de expresarse, fortalecer los servicios sociales y aumentar la concienciación respecto a los derechos de las mujeres.

Según la ONU Mujeres, “Las mujeres rurales son agentes clave para conseguir los cambios económicos, ambientales y sociales necesarios para el desarrollo sostenible pero su acceso limitado al crédito, la asistencia sanitaria y la educación son algunos de los muchos retos a los que se enfrentan”. El organismo asegura que es fundamental garantizar su empoderamiento en pos del bienestar de las personas, familias y comunidades rurales pero también en pos de la productividad económica general debido a la alta presencia de mujeres en la mano de obra agrícola a nivel global.

ONU Mujeres apoya el liderazgo y la participación de las mujeres rurales al momento de diseñar leyes, estrategias, políticas y programas en lo relacionado a su vida cotidiana.

Según sus datos, en América Latina y el Caribe solo el 20% de las mujeres son titulares de las explotaciones agrícolas en las principales regiones en desarrollo. Además, sólo reciben el 5% de la totalidad de servicios de extensión agrícola en 97 países y sólo el 10% del total de la ayuda destinada a la agricultura, las actividades forestales y de pesca.

En Argentina

Si bien en nuestro país en los últimos años se ha avanzado en materia de igualdad de género desde las perspectivas legales con la aprobación de leyes como la 23.451 -que aprueba el Convenio nº 156 sobre la igualdad de oportunidades y de trato de trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares-, aún persisten brechas entre esto y la realidad diaria de las mujeres rurales.

Sin embargo, se han llevado adelante algunas iniciativas en pos de visibilizar la situación de las mujeres rurales en nuestro país asumiendo que en el ámbito rural, tanto hombres como mujeres participan de la vida social y productiva y sin embargo subsisten asimetrías en las relaciones de poder que determinan brechas de género -en desmedro de las mujeres-  en el uso y control de los recursos y de los bienes, en las oportunidades y en la toma de decisiones. Es esta situación lo que en la actualidad lleva a que las mujeres rurales no sean identificadas por el Estado como productoras y por tanto no sean tenidas en cuenta a la hora de pensar las políticas públicas para el sector, ni en la asistencia técnica, de crédito o capacitación.

Por caso, en el ámbito del trabajo en el campo, en Argentina la Unidad Para el Cambio Rural (UCAR) dependiente del actual Ministerio de Agrondustria de la Nación (cuya función principal es gestionar la cartera con financiamiento externo del Ministerio, promoviendo y facilitando, mediante programas y proyectos, el desarrollo equitativo en las áreas rurales), llevó adelante una campaña comunicacional en 2015 promovida de manera conjunta por la FAO, UCAR, FIDA MERCOSUR y PARLATINO, que se  enmarcó dentro de la iniciativa global organizada por la Women's World Summit Foundation (WWSF) “Diecisiete días de activismo para el empoderamiento de la mujer rural y sus comunidades”.

La misma, supuso una campaña por redes sociales en la que se compartió diferentes tipos de contenidos durante 17 días, para visibilizar los derechos y las problemáticas de las mujeres rurales. Cada uno de los documentos compartidos (aún disponibles en http://www.ucar.gob.ar/index.php/mujeres-rurales-2015) desarrolla una temática en particular. Entre los temas, podemos mencionar: el derecho al desarrollo, a la educación, al acceso al agua, a la toma de decisiones y al liderazgo, a peticionar ante las autoridades, etc.

A través de esta campaña, se planteó por ejemplo la situación de desigualdad frente a las políticas para el sector rural en el que no se tiene en cuenta a la mujer como un interlocutor válido en relación a la asistencia (técnica, económica) en los distintos estamentos del Estado; las restricciones que encuentran para acceder a financiamiento crediticio, producto de la invisibilidad que tienen dentro de la explotación agropecuaria como protagonistas de las actividades productivas; la baja participación que tienen en la toma de decisiones que repercute en su derecho a peticionar frente a las autoridades nacionales, entre otras temáticas.

Por otro lado, en el marco de un convenio de cooperación técnica entre la Unidad para el Cambio Rural (UCAR) y el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO, Sede Regional Buenos Aires (IIPE/UNESCO Buenos Aires), se realizó un estudio diagnóstico de la situación socioproductiva de las mujeres rurales jóvenes de la Argentina, Las nuevas generaciones de mujeres rurales como promotoras del cambio. En este estudio, se abordó la realidad de las mujeres rurales teniendo en cuenta los datos de los Censos Nacionales de Población del 2001 y del 2010 sumado a una serie de entrevistas y actividades que se realizó con un grupo focal.

Así, en dicho estudio se concluye que: “Las mujeres en el campo tienen una intensa carga de trabajo, tanto por el rol que se les asigna –y que ellas asumen con naturalidad– como responsables de las tareas domésticas y de cuidado, por la responsabilidad sobre tareas productivas dentro de las unidades familiares, fundamentalmente para el autoconsumo y la venta de excedentes, así como por la participación en espacios comunitarios. Estas actividades sostienen las economías familiares, más aún cuando sus compañeros migran por períodos prolongados. Esta ausencia intensifica sus responsabilidades al frente del hogar y la necesidad de generar alternativas de ingresos a través de emprendimientos, búsquedas de canales de comercialización, agregado de valor y participación en las organizaciones”.

“Las mujeres, a través de lo que producen, generan valor y hacen un aporte económico importante a sus hogares. Venden en ferias, se capacitan, agregan valor, se juntan, producen colectivamente”.

Según este estudio, las mujeres rurales “ayudan” en el trabajo productivo y es visto así no sólo desde la perspectiva de la familia sino también desde la de ellas mismas, restando valor a las tareas que realizan dentro de la quinta o de la granja. “La huerta y granja son actividades llevadas adelante por las mujeres en la totalidad del ciclo productivo, incluida la compra de insumos”, se afirma en el informe. Normalmente, una parte de esta producción es para el consumo familiar y otra se destina al agregado de valor e inclusive a la comercialización en los mercados. Sin embargo, al ser una actividad llevada a cabo por mujeres, es considerada como parte de la “ayuda” que ellas brindan en la casa. La realidad, según el estudio, es que “Las mujeres, a través de lo que producen, generan valor y hacen un aporte económico importante a sus hogares. Venden en ferias, se capacitan, agregan valor, se juntan, producen colectivamente”.

Asociación de Mujeres Rurales Argentinas Federal

Desde el 2004 un amplio grupo de agricultoras iniciaron la búsqueda de un espacio que las representara como pequeñas productoras. Como consecuencia de esta búsqueda decidieron organizarse políticamente con el deseo común de ser protagonistas de la Agricultura Familiar. Así se cimentaron las bases de una asociación con el objetivo de fomentar en encuentro, el aprendizaje y la empatía, visibilizando una identidad y compromiso.

Así, la Asociación de Mujeres Rurales Argentinas Federal (AMRAF) se propuso como objetivo el desarrollo de políticas integrales para el progreso de las familias rurales y por la recuperación de agricultura familiar. La Asociación lucha por la soberanía y seguridad alimentaria como un derecho y un deber de los pueblos, promueve la participación de las mujeres agrarias en los ámbitos de toma de decisiones, por sus derechos en la igualdad de trato y de oportunidades.

Hoy, AMRAF está presidida por una Comisión Directiva compuesta por mujeres de diferentes puntos del país y participa de mesas de trabajo con el Gobierno Nacional, además de organizar actividades como cursos de capacitación y encuentros a los fines de alcanzar a productoras de todo el país.

 

 

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