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Producción

INTA revela los beneficios de incorporar malla antigranizo en frutales

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|Argentina|

Técnicos pertenecientes a INTA analizaron las ventajas de emplear malla antigranizo en las hectáreas dedicadas al cultivo de árboles frutales. Entre las principales virtudes de esta tecnología se destaca su “doble propósito”: por un lado, la prevención de los daños ocasionados por la caída de granizo; y por el otro, la modificación del microclima del monte frutal.

Dolores Raffo Benegas, investigadora del INTA Alto Valle, explicó que además de la prevención del granizo, la utilización de malla antigranizo genera ciertos beneficios en la producción de frutas. Su principal efecto es la reducción de entre un 25-30% de la radiación fotosintéticamente activa que llega a los frutales. Esto sucede así ya que la malla genera un efecto similar al que producen las nubes: se genera una radiación difusa del sol que entra en todas las direcciones y evita que la fruta se queme.

Si bien este factor contribuye a lograr un producto de mejor calidad, es importante que la reducción de la radiación sea medida para que no lleguen a afectar la coloración de las frutas. Respecto a esto, la especialista añadió que “este índice de reducción está íntimamente ligado al color de la malla, siendo las negras las de mayor potencial de reducción en la radiación”.

Al referirse al impacto del sol en los cultivos, Raffo Benegas sostuvo: “Esta tecnología reduce entre un 40% y un 80% los daños, desde el simple bronceado de las frutas hasta el quemado que obliga al descarte”. A su vez, la malla antigranizo disminuye la temperatura y la velocidad del viento, parámetros que constituyen un beneficio para el desempeño de las plantas.

Aumento de la caída de granizo en la Patagonia

En zonas donde el granizo tiene una gran incidencia para la producción, la aplicación de las mallas resulta altamente rentable para los productores. Durante los últimos años, en los valles del norte patagónico hubo un aumento en la caída de “piedra” que llevó a que muchos productores de la zona decidieran implementar malla antigranizo para proteger sus frutales. La entidad reveló que el aumento de las granizadas fue más notorio en las localidades de Mainqué e Ingeniero Huergo con un incremento de 50%, luego en Stefenelli y Río Colorado con 45% y en San Patricio del Chañar con el 30%.

“Esta tecnología reduce entre un 40% y un 80% los daños, desde el simple bronceado de las frutas hasta el quemado que obliga al descarte”

Ante estas circunstancias los productores se lanzaron a invertir en tecnología para sus chacras, y a comparación del año 2017 donde sólo había 680 hectáreas de mallas antigranizo, en 2019 la cifra llegó a las 1671 hectáreas.

De un estudio realizado en más de 20 localidades, San Patricio del Chañar e Ingeniero Huergo fueron las que incorporaron mayores cantidades de hectáreas con malla antigranizo.

Tranquilidad para el productor

A mediados del año pasado, en la localidad cordobesa de Colonia Caroya, el productor frutícola Amadeo Tabbia incorporó  malla antigranizo en unos 4000 metros de plantación de durazno. Esto fue posible gracias al financiamiento del Programa de Desarrollo Rural Incluyente (PRODERI), gestionado por el grupo de Productores Caroyenses Unidos (PROCAU).

Esta tecnología otorgó al chacarero una tranquilidad que antes no tenía: “Con esto podés dormir un poco más tranquilo y eso para un productor vale mucho. Acá el flagelo del granizo lo tenemos presente todos los años”, sostuvo.

La estabilidad que genera en la producción la malla antigranizo es un factor significativo a tener en cuenta: contar con una producción segura cada año no sólo da certeza a los clientes de poder contar con este producto, sino que además otorga estabilidad  a la mano de obra contratada para trabajar las chacras.

Una inversión que debe ser estudiada

Si bien los costos iniciales de inversión son relativamente altos (en función de las hectáreas a cubrir), la colocación de las mallas antigranizo resulta conveniente en zonas donde este tipo de precipitación tiene mayor incidencia. Además, el productor debe asegurarse de que el valor del artículo sobre el cual esta tecnología va a montarse, sea capaz de absorber el aumento en los costos de producción como consecuencia de su instalación.

Una vez colocada la malla, se estima que los gastos anuales de mantenimiento -pliegue y repliegue- representan únicamente el 1,5% del total de la inversión.

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