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Producción

Los problemas de la frutilla en Coronda: "Podemos terminar la temporada en negativo"

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|Santa Fe|

Las fotos se quedaron con las millonarias pérdidas en la exportación de granos, pero la bajante histórica del río Paraná también tuvo consecuencias económicas y sociales muy importantes para la región frutillera de Coronda, donde se producen unas 300 hectáreas de esta fruta.

A partir de la bajante del Paraná, el río Coronda -que nutre a las plantaciones de la zona- se vio abastecido principalmente por el río Salado, nacido desde Santiago del Estero. Como su nombre lo indica, posee un alto grado de salinidad que no permite un buen desarrollo de este tipo de fruta.

Se elevó muchísimo la cantidad de sales. La conductividad eléctrica (signo de salinidad) llegó a tocar valores extremos de 3.8 o 4 puntos. Ahora fluctúa en la medida en que ‘largan’ de a poco el agua desde el Paraná. Eso nos favorece, baja a uno o dos puntos de conductividad eléctrica, pero luego vuelve a subir”, dice a InterNos José Luis Berra, ingeniero agrónomo y frutillero que produce cuatro hectáreas en Coronda.

La alta salinidad pone rojos los bordes de la hoja, que empiezan a "quemarse". Se la nota apagada, decaída. Tiene dificultades para generar la fotosíntesis. Con el avance del ciclo, se expande una mancha marrón sobre la totalidad de la hoja.

Históricamente la frutilla de Coronda se desarrolló en buenas condiciones porque su río principal aportaba un agua de excelente calidad. Sumado a un suelo arenoso y a un microclima ideal para el cultivo, la zona se convirtió en la Capital Nacional de la Frutilla, con una tradición productiva de más de 100 años.

Este 2021, sin embargo, atraviesa un año difícil no solo en el volumen cosechado sino también en la calidad del producto. Y en los negocios.

“Esto puso en jaque todas las plantaciones. Los productores tuvieron que invertir en bombas de ósmosis inversa (NdE: maquinaria que permite desmineralizar el agua con alto contenido salino). Además, hubo que agudizar el asesoramiento con los ingenieros para hacer un manejo técnico de fertilización y nutrición que favorezca el bloque de sales”, describe Berra.

“En conclusión, está siendo un año muy malo, donde los rindes van a estar por debajo de lo que son los rindes históricos de la zona”, agregó.

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A nivel productivo el daño fue importante porque agarró al cultivo en plena etapa de desarrollo. En cálculos de Berra, si normalmente se espera de una planta que rinda aproximadamente un kilogramo, este año el promedio general varió entre 300 y 500 gramos. Quienes pudieron invertir alcanzaron los 700 u 800 gramos. Los números son variables, pero a escala la pérdida es significativa.

Foto de las plantaciones enviada a InterNos por el productor José Luis Berra

Algunos productores lograron paliar las pérdidas gracias a una nutrición acorde de la planta -con la fundamental asistencia técnica de ingenieros- sumado a las ya mencionadas bombas de ósmosis inversa que, no obstante, representaron mayores costos. Pero no todos los productores pudieron acceder a esta tecnología costosa, por lo que el gobierno provincial trabaja actualmente para otorgar créditos blandos a los frutilleros, con el objetivo facilitarles la compra de maquinaria. 

La noticia de inversión es esperanzadora aunque, bien mirada, también un poco preocupante: con la campaña de frutilla avanzada, las autoridades están pensando sobre todo en prevenir nuevos eventos de este tipo. No hay demasiado optimismo respecto a lo que suceda con el río Paraná el año que viene.

“Por ahora las gestiones vienen lentas y el ciclo biológico de la frutilla ya avanzó. Pero bueno, la provincia se comprometió a facilitar algunos créditos o a subsidiar algunas tasas del Banco Nación. Por ahora no se ha concretado nada. Los productores siguen haciendo estos trámites porque está previsto que el año que viene sea similar, el problema del Río Paraná no avizora cambios en el corto plazo”, señaló Berra.

Bien se sabe que las plantaciones frutícolas son grandes dadoras de trabajo, tanto de manera directa como indirecta. Más allá de las cosechas de -en este caso- las frutillas, cada temporada se emplean decenas de personas en empresas vinculadas al sector. Por eso, el impacto de la bajante tiene repercusiones directas en la cuestión social.

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“Hay muchas firmas que hoy se ven perjudicadas porque al tener menos kilos de fruta necesitas menos envases, menos mano de obra, menos flete, menos insumos. Todo hace a la problemática”, dice Berra.

Coronda tiene su pico de oferta en los mercados durante las semanas de mayo, junio, julio y agosto. Por faltante de fruta, los precios de la frutilla se elevaron levemente esos meses. Para los próximos, sin embargo, este no será un inconveniente ya que entran en producción otras zonas frutilleras del país, como Escobar, Pilar y Florencia Varela en Buenos Aires; incluso, más al sur de la provincia, también las plantaciones de Mar del Plata y Sierra de los Padres. Lo mismo para Neuquén y Río Negro, que tienen sus meses fuertes durante el verano.

Desde la Capital Nacional de la Frutilla, una fruta destacada a nivel nacional. Foto: José Luis Berra

“Nosotros en octubre, noviembre y diciembre sacamos la fruta para industria. Quizás ahí haya menor volúmen. No te olvides que en Coronda hay siete fábricas que son las que abastecen la pulpa para heladería y yogurt de gran parte del país”, señala el productor.

Como conclusión final, Berra asegura que por ahora los productores de la zona no saben si cubrirán los costos de producción. Aún cuando el negocio, por factores externos, fue malo, muchos deben afrontar las deudas con las plantineras o agroquímicas que les proveen insumos.

“Estamos viendo de sacar hasta la última fruta, cosechar todo lo que se pueda para pagar costos. Todavía se puede terminar en negativo”, concluyó.

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